Si Lovely, el primer poemario, suponía un itinerario físico por su vida y la de su propia generación, Sota el paraigua el crit (Lleonard Muntaner) se yergue como su reverso. Este segundo volumen de poesía de Antònia Vicens se concentra equidistante en la parte más inmaterial de su existencia. "Es decir, en las emociones, en los sentimientos, en los pensamientos", enumera la novelista de Santanyí. "El poemario son como cinco minutos de la vida de una persona a través de sus sueños, sus recuerdos y sus visiones", agrega. "Si Lovely es el cuerpo, Sota el paraigua es el alma", aclara.

Tras dar por concluida la redacción del primer poemario (publicado en 2009), la autora reconoce que el segundo le llegó de golpe a su cabeza. "Lo escribí deprisa, pero lo metí en un cajón. Llevo un año perfeccionándolo, corrigiéndolo, podándolo", explica.

El volumen, que se presentará el 10 de diciembre a las 20 horas en Can Alcover, lo conforman 24 poemas, "bastante breves", detalla, "no hay ninguno largo porque con el tiempo voy sintetizando cada vez más -confiesa-, y lo hago con todo, también con las cosas cotidianas". "Con los años, no todo te va bien, cada vez se va más al grano. Con los textos te das cuenta de que hay palabras inútiles que no aportan nada a lo expresado", abunda la escritora.

En cuanto al tono de las emociones en el libro, sobre si destila optimismo o pesimismo, Vicens aclara que no hay posicionamiento por una cosa u otra. "Simplemente hay exposición emocional", apostilla. "Empecé a escribir poesía cuando la vida se me caía a trozos. Siempre he pensado que los versos son como recipientes para sostener esos fragmentos", sostiene.

A pesar de rechazar el calificativo de pesimista para su poemario, Vicens reconoce que en él ha sido inevitable hablar de la muerte. "Está presente como en la propia existencia. Pero en el poemario está presente sobre todo a través de los muertos, de esos muertos que viven con nosotros todos los días y que los llevas contigo como una segunda piel", añade.

En cuanto al título del poemario, la escritora apunta que se trata de un sintagma formado a partir de varias palabras (grito y paraguas) que aparecen en dos poemas que abren y cierran el libro, y que funcionan a modo de paréntesis.

Si la autora ya ha atrapado en poemas la parte corporarl y la anímica de su existencia, ¿qué vendrá ahora? "Tengo un libro pendiente, asegura, de todo aquello que sentí y vi cuando viví durante meses y, debido a un problema de salud, con un ojo", explica. "Otros viven dentro de un pozo, yo viví dentro de un ojo".