El niño que perdimos
El aclamado autor portugués Valter Hugo Mãe publica ‘El paradís són els altres’
Hay autores que escriben para una minoría, frustrados porque sus libros sólo los lee una minoría. Hay otros autores que escriben exclusivamente para vender miles de ejemplares, frustrados porque además del dinero de la mayoría quieren el aplauso de la minoría. Y hay otros autores felices, como Valter Hugo Mãe, (Angola, 1971), que sin preocuparse ni de una ni de otra, obtienen las dos cosas.
Valter Hugo Mãe ha conseguido algo aún más difícil que aunar crítica y ventas. Que Saramago y António Lobo Antunes hubieran coincidido en algo, en elogiar su libro La máquina de hacer españoles (Alfaguara). El autor portugués escribe los títulos con minúsculas, como hacían e.e. cummings o el primer Hemingway, cuando ambos vivían en París y escribían como Gertrude Stein, como una niña. Alpha Decay publicó apocalipsis de los trabajadores; Vaso Rot,o sus poemas folclore íntimo, y Lleonard Muntaner, El paradís són els altres, el anverso de la frase de Sartre, “el infierno son los otros”, ilustrado con dibujos de Miró y prologado por Joan Punyet
El amor visto por una niña de trece años, un diario cuya escritura busca un lenguaje que pueda ser leído al tiempo por niños y adultos sin caer en la cursilería. “Elegí la mirada de una niña porque es una manera de recuperar algo que tuvimos y que hemos olvidado, una manera clara de dividir entre el bien y el mal, creer que el amor puede ser honrado, estable, duradero, hemos perdido la belleza primordial, básica, esencial, esa visión encantada que tiene el niño”.
La niña de su relato escribe: “El amor ha de ser una solución, no un problema. Todo el mundo me dice: el amor es un problema. De acuerdo. Lo puedo decir de otra manera: el amor es un problema, pero la persona amada ha de ser una solución”. El libro está escrito así, con frases simples para pensamientos simples, como El Principito, nada que ver con los Bucay o los Coelho, que escriben frases rimbombantes para pensamientos minúsculos.
Valter Hugo Mãe dice que “cuando te enamoras, decides estar por alguien, te sientes vulnerable, te fragilizas. Si ya sufres por tus cosas, ahora doblas tus posibilidades de sufrir y, por tanto, disminuyen las de ser feliz. Estamos en peligro, porque la otra persona me puede cambiar, mandar en mí, lo que tú eres pasa a ser una realidad que te llega por medio de otra persona. Para mí, en cambio, esta otra persona te va a descubrir cosas que uno mismo nunca hubiera imaginado. El amor no es un espejo ante el que multiplicamos nuestro yo, sino que es un yo plural”. Es decir, la humanidad empieza en el otro, una idea que hace unos años no hacía falta enunciarla, por obvia, y que ahora vuelve a ser necesaria
“Sí, sí –dice el autor–. El ser humano que busca la soledad es un ser incompleto. Sólo empieza a ser humano mediante el otro, los otros. El ser humano es un ser colectivo. Nunca como hoy la gente había leído y escrito tanto, nunca habían recibido una formación tan vasta y nunca habían estado tan comunicados. pero lo que escriben y lo que leen es algo hueco, vacío”.
¿Qué le sugiere la imagen de millones de niños conectados 24 horas por medio de sus teléfonos a una máquina central? Si se apaga, se desploman. “Sí, quedan vacíos –dice–. Creo que hemos iniciado un ciclo de varias generaciones en que la diferencia entre lo que sabes y lo que haces es abismal, entre lo que dices y tu conducta... En las redes sociales todo es mentira, una máscara, para mejorar tu imagen o donde surge el insulto, lo grotesco. No hay veracidad. Es una lógica de cosmética comunicativa. Se ha roto el equilibrio entre la verdad y la máscara. Perderemos esta batalla. No van a dejar los móviles o los ordenadores. Son generaciones que se encaminan hacia la ignorancia y creo que en los próximos años esta ignorancia será aún más profunda. Pero un día el ciclo acabará”.
“El amor es un problema, pero la persona amada ha de ser una solución”, dice el escritor