La experiencia de Dios. La supervivencia de la mente después de la muerte

La experiencia de Dios se manifiesta mediante un tipo especial de vivencias denominadas «cumbre o cúspide» que todos poseemos pero que pocos conocen. Son tan naturales y universales como pensar o hablar; son la llave del reino transcendente y el secreto de cómo llegar a la prueba de la realidad de Dios y de la supervivencia eterna de la mente.

Ejemplos de experiencias «cumbre-cúspide» son las denominadas cercanas a la muerte, en las que multitud de personas con paro cardiorrespiratorio y sin actividad cerebral, es decir, «clínicamente muertas», en ese estado inconsciente, la mente sale del cuerpo, viaja y encuentra a un Ser de Luz, habla con familiares fallecidos, y tienen que volver al cuerpo. Y como efectos positivos pierden para siempre el miedo a la muerte y consiguen mejoras positivas y admirables en su vida posterior a ellas.

Otro ejemplo típico de experiencias «cumbre o cúspide» se dan también hoy día, como en las conversiones de Saulo de Tarso, Agustín de Hipona y multitud de incrementes y agnósticos actuales. No se trata de visiones esotéricas, pues son naturales, y, por tanto, herencia del ser humano.

Tales experiencias cumbre ocurren con tanta verdad y certeza personal que nunca se puede dudar de su realidad. Son efecto cierto del autodesarrollo personal, sin relación con las creencias previas. Amplían grandemente nuestra capacidad mental. Son, en suma, la causa o impulso que convierte nuestra fe infantil en fe adulta.